La apreciación del peso frente al dólar, que en las últimas semanas ha registrado niveles históricos, ubicándose incluso por debajo de los 19 pesos por dólar, responde principalmente a un incremento en los flujos de capital hacia nuestro país, lo cual debe tomarse con cautela, pues de ningún modo puede considerarse como una señal de que la economía mexicana se encuentra en una situación de bonanza, consideró Moritz Alberto Cruz Blanco, del Instituto de Investigaciones Económicas.
El especialista en análisis macroeconómico prospectivo enfatizó que no hay motivo para un júbilo desbordado ni para hablar de una situación de alarma, pues si bien no se puede desdeñar el poder contar con un tipo de cambio estable, en cualquier momento las variables pueden cambiar y la cotización de la moneda podría regresar a niveles previos e incluso puede irse más arriba, lo cual resulta normal en un régimen cambiario flexible.
“Siempre existen riesgos de que haya una salida de capitales masiva, y eso sería el escenario contrario de lo que ahora estamos viviendo, con condiciones propicias para una devaluación cuya experiencia en México de grandes devaluaciones no ha sido nada agradable. Es muy difícil saber cuándo los grandes capitales deciden irse de una nación, eso es algo incierto.”
El universitario comentó que cualquier movimiento o variación a la alza o a la baja del tipo de cambio puede tener efectos tanto negativos como positivos, pero dentro de las bondades de un tipo de cambio estable está el que los inversionistas pueden realizar planes a largo plazo; el costo de las importaciones disminuye considerablemente, aumenta el monto de las reservas del país y hay un ahorro significativo en el pago de intereses de la deuda externa.
En sentido contrario, advirtió, uno de los efectos negativos más sensibles con la apreciación del peso se observa en la recepción de las remesas, toda vez que las personas que reciben dólares de parte de sus familiares que trabajan en Estados Unidos, a la hora de la conversión a pesos, en términos reales están recibiendo menos dinero, lo que está obligando a los connacionales a enviar más dólares, para que la perdida no sea tan considerable.
En la nación, las remesas se han convertido en la principal fuente de ingresos. De acuerdo con cifras del Banco de México y de la Procuraduría Federal del Consumidor, son aproximadamente 10 millones de familias las que reciben recursos de los connacionales que radican en el extranjero.
En promedio cada familia recibe alrededor de 380 dólares mensuales, menos una comisión de seis dólares, por lo que en su momento, con un tipo de cambio de 22 pesos por dólar, cada familia estaba recibiendo 8 mil 228 pesos; ahora, con una cotización promedio de 19 pesos por dólar, están recibiendo 7 mil 106 pesos al mes, es decir, mil 122 pesos menos.
El Banco de México estima que durante 2022 se alcanzó un nuevo máximo histórico con un monto de más de 58 mil 400 millones de dólares, superando los 51 mil 500 millones de dólares registrado durante 2021, algo nunca antes visto en la economía mexicana. En este caso también se observa que el monto global de las remesas tiene una disminución significativa por el tipo de cambio.
Cruz Blanco subrayó que el aumento en el flujo de remesas ha sido un factor determinante en la apreciación del peso frente al dólar, mismo que se ha combinado con otras variables positivas, como el incremento de la inversión extranjera directa que también ha alcanzado niveles importantes, así como la captación de divisas a través del sector turístico que está teniendo una recuperación sostenida después de la pandemia.
Añadió que desde hace algunos años, en la economía mexicana, tanto las exportaciones como las importaciones se han vuelto cada vez menos sensibles a las variaciones en el tipo de cambio debido a la forma en que se ha configurado el comercio a nivel internacional, que ahora está caracterizado por las llamadas cadenas globales de valor o de producción, lo que hace que ambas actividades dependan más de la demanda del país al que se destinan que de las variaciones cambiarias, por lo que cada vez es menos importante, para efectos del comercio, que el tipo de cambio se ajuste a la alza o a la baja y por lo tanto los efectos suelen ser menos negativos.
Finalmente el especialista destacó que la fortaleza actual del peso frente al dólar no es un indicador que permita asegurar que México avanza hacia un crecimiento sostenido, aun cuando puede reflejar una percepción de optimismo y confianza, pues hay otras variables más duras, como el consumo doméstico, el aumento en el poder adquisitivo o el tamaño del gasto público y la inversión, que resultan más relevantes para realizar una valoración objetiva sobre si la nación va bien o mal o cuál es el potencial de crecimiento para el futuro inmediato.
Redacción Voz Libre con información de gaceta.unam.mx