Sí a los cambios a la ley electoral, pero hasta después del 2024.
No puede negarse la necesidad de cambios en el sistema electoral mexicano, requiere de ajustes y ciertos modificaciones, pero la proximidad de la próxima elección presidencial y las inmensas dudas que ha sembrado el presidente Andrés Manuel López Obrador en la mayoría de los mexicanos en cuanto a la construcción de un modelo único de gobierno para el país, de acuerdo a sus intereses muy personales, impiden la viabilidad de una reforma electoral en este periodo, lo mejor sería implementarla después del 2024.
Después de más de dos décadas del surgimiento de las instituciones electorales en México, lo cual representó un avance respecto a una vida entera en la que los gobiernos del PRI organizaron, celebraron y hasta contaron a su modo los votos en cada proceso electoral durante casi todo el siglo pasado, nadie puede cerrar los ojos ante una clara necesidad de darle solidez a la democracia en México, aunque no en los términos que plantea López Obrador y su partido, el Movimiento de Regeneración Nacional.
Tal y como están las cosas, llegamos al punto en que debe reconocerse la necesidad de ajustes no sólo en el Instituto Nacional Electoral, sino todas las demás instancias del sistema electoral mexicano, como las judiciales, que todavía no alcanzan a ejercer la justicia electoral que requerimos los mexicanos.
La actual campaña que realizan las 3 “corcholatas” de AMLO por todo el país, todos los días y a todas horas, es un ejemplo fiel de que el INE requiere de cambios y también las demás instituciones electorales, si tuvieran solidez y autoridad máxima detendrían a estos adelantados candidatos, que deberían trabajar y cumplir al 100 por ciento sus responsabilidades, cada uno, en lugar de andar “faroleándose” en busca de aceptación para ganar la candidatura presidencial.
En este tiempo, México necesita de un gobierno trabajando y de funcionarios en el desempeño absoluto de sus cargos, no son días de hacer proselitismo electoral. Es un descaro lo que hacen estos tres colaboradores de AMLO, pero nadie los detiene. Si nuestras instituciones electorales, como se asegura, son autónomas y tienen disposición para actuar en consecuencia, porqué no paran en seco a estos violadores de la legislación electoral, porque Marcelo Ebrard, Claudia Sheimbaum y Adán Augusto López andan en franca campaña, que no se hagan.
En estas circunstancias, el actual Congreso mexicano, tanto los diputados y senadores, no garantizan el análisis y aprobación de una reforma electoral acorde con las necesidades del país, sino que más bien están preparando la transformación de los órganos electorales para darle seguimiento al proyecto personal del Presidente y eso no lo debemos permitir.
Todavía es mayor el riesgo de que el actual Poder Legislativo le cumpla el capricho a AMLO con esa alianza no escrita que ya mantiene con el PRI, que se ha mostrado muy dispuesto a respaldar cada una de sus ocurrencias desde el pasado proceso electoral de Junio último y que ya se oficializó al respaldarlo en el albazo a la Ley que mantendrá a los militares haciendo tareas policiacas en todo el país hasta el 2028.
Con mucho tiento deben analizarse los posibles cambios a las leyes electorales, pero después del 2024 ¿Cuál es la prisa? Al fin que MORENA ganaría la elección, según ellos.
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