Salum fue buen administrador, le faltó madurez política.
Hay dos calificativos incuestionables en Jorge Salum al término de su mandato al frente del Ayuntamiento de la capital del estado: Honestidad y lo buen administrador pese a que enfrentó retos muy difíciles, a diferencia de otros muchos alcaldes de Durango, como la pandemia del COVID-19 en los dos primeros años de su gestión, una herencia catastrófica de su antecesor, el doctor José Ramón Enríquez Herrera, y la falta de participaciones federales que nunca le entregó a tiempo el gobernador José Aispuro Torres, entre otras adversidades.
Para cualquier otro presidente municipal, habría sido muy difícil reducir al mínimo la deuda pública del Ayuntamiento como lo hizo Salum, junto con la deuda de Aguas del Municipio de Durango, la de proveedores, es decir, pone orden en las finanzas municipales a pesar de contar con menos ingresos de los previstos.
Jorge Salum tuvo la desdicha en su gestión que pocos ciudadanos se enteraran de su esfuerzo extraordinario en el que, incluso, puso en riesgo su salud personal. Para una gran mayoría pasó inadvertida la inversión en infraestructura para la Dirección de Obras Públicas, que representó pavimentos de más calidad y precios bajos en amplias zonas de la ciudad, así como la construcción de obras en zonas rurales y urbanas; al mismo tiempo, tuvo escaso impacto la rehabilitación de decenas de espacios deportivos en la ciudad, abandonados desde hace muchos años.
La transformación del zoológico del Sahuatoba trascendió hasta estos últimos días de su gobierno, junto con la efectividad en el manejo de las finanzas, pero lo realizado en materia de seguridad pública, con el incremento triplicado en el número de patrullas y casi el doble en número de elementos policiacos, respecto a lo que era la Dirección Municipal de Seguridad Pública, dan certeza de un logro considerable, pero no muy reconocido por la ciudadanía.
Hubo avance notable en garantizar seguridad para la mujer en distintos espacios públicos, en medio ambiente, en el medio rural y sólo se puede atribuir todo lo realizado a que durante los tres años de desempeño, trabajó con honestidad y absoluta transparencia. Jorge Salum es un hombre que muestra la austeridad y sencillez hasta en el vestir.
Sin embargo, su actuar político evidenció cierta falta de oficio. El alcalde Salum no realizó los cambios a tiempo en su gabinete y mantuvo perfiles que no le sumaron a su proyecto de gobierno. Le faltó operación política desde el inicio del trienio, no tuvo el equipo adecuado para bajar la tensión de los escándalos mediáticos que lo envolvieron los dos primeros años de la administración y dejó pasar ciertos excesos de funcionarios cercanos, sus amigos, quienes debieron trabajar mejor que los demás para fortalecerlo.
En fin, Jorge Salum termina su trabajo como presidente municipal con buenas cuentas y deja abierta la posibilidad para continuar su carrera política, aunque cada día más difícil dentro del PAN. Le deja la vara alta a José Antonio Ochoa, quien, de inicio, no tendrá muchos argumentos para iniciar su responsabilidad en el cargo, ya que recibe un legado de sanidad administrativa, como pocos pueden tener a la fecha, no sólo en Durango, sino en todo el país. Habrá que sortear muy pronto los primeros pasos el nuevo presidente de la capital del estado una vez que asuma en el inicio de su gestión en las próximas horas. Gracias por su atención.
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