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La política y las emociones

Desde hace ya algunos meses, he planteado que las contiendas electorales no son entre candidatos, sino con las experiencias pasadas de los ciudadanos con esos mismos personajes que buscan el voto popular.

De entrada, cuando son caras conocidas las que inician de nuevo alguna campaña política, la gente se remite a lo que sabe de ellos. Noticias, rumores, fake news, lo que se publica en redes sociales, recomendaciones o comentarios de amigos y familiares o bien, el trato personal en algún momento coincidente entre ellos.

Esas son las experiencias pasadas. Con esos elementos mencionados se forma una valoración que de manera intrínseca, tiene una carga emotiva.

Nuestra decisión sobre a quién vamos a elegir, es similar a nuestro proceso de compra de un producto o servicio. 

En la mayoría de las ocasiones, cuando un consumidor quiere comprar algo es porque necesita solucionar un problema. Por ello es importante conocer y entender la posición de tus compradores a través de información, análisis del entorno o de la competencia, consumo de medios, datos, estudios cualitativos y cuantitativos y demás herramientas que nos acerquen lo más que se pueda a la mente del consumidor.

Cuando un consumidor llega al proceso de compra de un producto o servicio, ya pasó por otras etapas, es decir; reconoció su problema o necesidad, buscó y recabó información o datos específicos sobre su situación para luego encaminar su decisión de compra. Finalmente se encuentra el servicio o la estrategia post venta, la cual tiene el objetivo de mantener y reforzar la relación del cliente con la marca, producto o servicio.

Bajo esa óptica, la política debe plantearse de manera similar porque “el corazón tiene razones que la razón ignora” al momento de tomar decisiones. Y es que el corazón nos mantiene conectados con neuronas que aprenden, sienten, recuerdan y toman decisiones funcionales sin razonarlas desde el cerebro, ya que el campo electromagnético es 5 mil veces más intenso que el del cerebro.

Para quienes dirigen hoy los grupos de estrategia sigue siendo un reto pasar de los conceptos y frases de campaña, a verdaderamente proponer una comunicación fuera del modelo tradicional, que se basa en los contenidos de la agenda pública, privada y personal de las y el candidato.

Honestidad, resultados y amor al pueblo es el eslogan de Claudia Sheinbaum. Por un México sin miedo es el de Xóchitl Gálvez. Lo nuevo va en serio, eslogan de Jorge Álvarez Maynez.

Si analizamos el eslogan frase fuerza de la candidata morenista, el mensaje se rompe o se pone en duda cuando se habla de honestidad, pues recientemente los escándalos de corrupción parece que siguen una característica de este gobierno. También los resultados, sobre todo en temas de salud y seguridad pública. 

El de la representante de Fuerza y Corazón por México, nos evoca un sentimiento que puede estar presente en varios sectores del país. Sobre todo, en aquellas zonas en donde el crimen organizado se ha apoderado de la cotidianeidad.

El eslogan de Álvarez Máynez es un despropósito como tal. Se proyecta como “nuevo” haciendo política como los viejos políticos.

Las emociones y el ánimo colectivo tienden ahora, a ser guía de las decisiones políticas en nuestro país y hasta ahora, no se han visto piezas de comunicación política que despierten eso. Emociones.

Por lo pronto, las campañas a nivel nacional nos han quedado a deber. El triunfo para cualquiera de las y el candidato deberá tener y mantener a las emociones como pieza central de su modelo de comunicación y posicionamiento porque el cerebro acaba dictando y tomando decisiones y votando casi de manera intuitiva en relación a lo que sentimos.

X: @gerardopreza

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