Desde las burbujas del poder

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No quiero oro, ni quiero plata….

Bisabuelo, abuelo, padre y el primogénito de este último, forman parte de toda una tradición de mineros, por allá, en las lejanías de Topia, si, aquel punto cardinal que los conquistadores apuntaron en su brújula, como derrotero de yacimientos de oro y plata, ansiosos de llegar, para así contribuir a la Corona Española, a recuperarse de tan gastada economía. 

El inge, como solían llamarlo, aunque sus conocimientos eran empíricos, de gambusino a geólogo, por herencia, tradición, experiencias, pero sobre todo por el subir y bajar cañadas por todo el valle de Topia y más allá.

La su  economía está sujeta a dos principales circunstancias, a encontrar un buen filón y a la baja o buen precio de los mercados.

Bueno, eso era lo común, pero con el actual gobierno federal, las cosas empeoraron, que se prohíbe la explotaciones metálicas a cielo abierto, que se prohíbe en áreas naturales protegidas, que la responsabilidad no tiene prescripción, que el uso y derecho al agua requiere de miles de requisitos, que desaparece el fideicomiso minero, en una palabra de todas las actividades primarias y las de transformación, la minería es el “patito feo”.

Estaba en el último año de la fase exploratoria de la concesión minera, después de cientos de miles de pesos, por fin estaba por iniciar la fase de explotación, pero un “tinterillo” de cuarta, su de la cuarta transformación, sembró la cizaña entre los poseedores del terreno, la bandera es que se les pague más por el arrendamiento, entrega de despensas cada vez que se les ocurra, mejoras a los caminos de todo el municipio, contrato único con los transportistas del concentrado, a quienes ellos indicaran, más otro rosario de demandas, imposibles de cumplir por aquello del costo beneficio.

En el municipio vecino San Dimas, la población entera está en vigilia, prácticamente toda la superficie pretenden declararla área natural protegida, a pesar de existir poco más de cien concesiones vigentes, que de hacerse, será oportunidad para que el crimen organizado, protegidos del señor que habita el palacio nacional, se vayan sobre esos bienes, con la impunidad, patente de corso para hacer y desahacer.

El inge, tan acostumbrado de caminar en la legalidad, le “hervía el buche” ante la impotencia.

Su esperanza está en las elecciones del 2 de junio para renovar los que hacen y aprueban las leyes, como al presidente de la República.

Convencido de esta opción, platicaba con sus amigos mineros de la enorme necesidad de cambiar al actual régimen.

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