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“N’hombre”, mi hermano no vale tanto”, dijo Beto a los plagiarios de su hermano

Muchos en Durango recuerdan que, siendo gobernador José Ramírez Gamero (1986 a 1992), invitó como secretario de finanzas al conocido empresario Roberto Martínez Tapia, uno de sus grandes amigos, quien hasta entonces se había mantenido al margen de la política y de la función pública, muy poco parecido a otros secretarios anteriores.

Por supuesto, la iniciativa privada era de pocos integrantes y entre ellos había continuó trato; en particular “Beto” Martínez Tapia era eje de la actividad empresarial, dado que él mismo atendía su negocio, La Conquistadora, en calle 5 de Febrero entre Pasteur y Patoni, una de las tiendas de mayor confluencia de clientes durante varias décadas.

Y sí, allí se vendía prácticamente todo lo necesario para casa o negocio, desde material de ferretería, mercería, adornos, sartenes y artículos eléctricos; una estufa o un anafre; un tanque de gas o un quinqué; una licuadora o un metate. Eran tantos artículos, que incluso era difícil saber dónde estaba cada uno, excepto para los empleados, que siempre regresaban con el artículo solicitado. 

Así pues, la mayoría de los habitantes de la ciudad habían comprado algo en esa tienda, lo mismo la gente del área rural y ni se diga quienes tenían su propia carpintería, taller eléctrico, los que se dedicaban a la albañilería o plomería, las costureras, los dueños de restaurante, entre varios etcéteras. Muy surtida, sí, aunque nunca se modernizó.

Y bueno, cuando Ramírez Gamero ganó la elección en 1986, no dudó en poner el manejo de los dineros del estado en manos del dueño de tan próspero negocio, Roberto Martínez Tapia, quien dejó su lugar esos seis años para atender los asuntos financieros y económicos que requerían toda su atención.

Robusto, bajo de estatura, con sus típicos lentes, a Martínez Tapia nunca le gustó usar traje y corbata, tampoco lo hizo en su etapa de secretario. Continuó con sus pantalones lisos de colores oscuros y sus camisas claras de manga corta, sus zapatos de cintas, de estilo muy conservador. 

No era de muchas palabras; es decir, se dificultaba entrevistarle; era un hombre institucional, que sólo respondía lo que se le preguntaba y a veces a medias. Nunca hablaba de más y con esa misma austeridad manejaba las finanzas. 

A lo mucho, se le llegó a criticar porque prefería que se regresaran a la Federación algunas partidas, dado que se resistía a mezclarlas con la cantidad correspondiente al estado, pero no se supo que se quedara con los recursos o los llegara a desviar.

Algunos allegados decían que presumía de esto, porque significaba, según su visión, haber logrado ahorros sustanciales a las finanzas del estado cuando no había estas mezclas, aun cuando eso implicaba que algunas obras públicas no se realizaran o ciertos beneficios se quedaran sin ser desplegados. Era un manejo de las finanzas similar al que puso en marcha en “La Conquistadora”, con límites muy estrictos.

En esa aparente calma, por el cuarto año del sexenio, en forma súbita el entorno cambió, al registrarse algunos secuestros seriados. No todos salieron a relucir públicamente, pero en cafés, desayunadores y comederos, las versiones reales y ficticias sobre plagios eran tema recurrente.

Total, que un día nos amaneció en Durango la noticia de que habían secuestrado a un hermano del tesorero Martínez Tapia. Pese a que le recomendaron mantener el asunto en sigilo, él acudió a presentar formal denuncia ante la entonces Procuraduría General de Justicia y personalmente pidió la intervención de la Policía Judicial, comandada por Antonio Díaz de León.

A muchos desconcertó esta reacción de Martínez Tapia ante el plagio de su hermano, porque en los otros casos los familiares preferían no denunciar y menos solicitar la intervención policiaca, pues seguramente imaginaban que la vida de sus seres queridos estaba más segura atendiendo todas las indicaciones de los secuestradores.

Cuando los plagiarios se comunicaron con “Beto” para solicitar una buena cantidad de millones de pesos a cambio de entregarlo con vida, el titular de finanzas sorprendió a todos, incluso a los propios plagiarios.

Fuentes policiacas que intervinieron en el caso decían que Martínez Tapia no se mostraba nervioso en las llamadas, sino al contrario.“Yo creo que vamos a negociar bien, que nos convenga a todos el trato. Están pidiendo mucho, la verdad que mi hermano no vale tanto. Bájale y nos vamos poniendo de acuerdo”. 

Quienes presenciaron este diálogo aseguran que nadie esperaba escuchar esa oferta y hasta los secuestradores, al percatarse de la capacidad negociadora de su “cliente”, accedieron a la cantidad que ofreció el hermano de la víctima.

A los días se entregó el monto acordado, que superó los dos millones de pesos y el plagiado fue puesto en libertad. No fueron pocos los que se alegraron de lo exitoso de la operación, aunque tampoco faltó quien dijera que esa cantidad era “como quitarle un pelo a un gato” para la acaudalada familia, a la que se le atribuía una gran fortuna en inmuebles y diversos negocios.

Lo insólito fue cuando, al poco tiempo, los agentes de Díaz de León capturaron a todos los secuestradores y recuperaron completo el botín, ni un peso menos. Ni el propio Martínez Tapia se la creía y en un acto de agradecimiento al trabajo policiaco, decidió donar algunas camionetas Pick up para uso exclusivo de la Policía Judicial.

Claro que solicitó descuento a la agencia automotriz, según algunos funcionarios estatales de ese tiempo. “Soy bueno para los negocios”, presumió, displicente, cuando todo volvió a la calma. Y bueno, ni cómo contradecirlo. Negociar con delincuentes y luego recuperar todo el dinero, es de asombrar.

CUENTA X: @rubencardenas10

1 comentario en “Al tiempo”

  1. sergio delgado soto

    Nada que ver con los gobernantes de hoy, especialistas en «secuestrar» en grande y descaradamente los dineros del pueblo, y no sólo no ser castigados por la señora justicia, sino mantener su «respetabilidad», como son los casos de Ismael Hernández Deras, Jorge Herrera Caldera y José Rosas Aispuro, al que un PAN ideológicamente deslavado lo está protegiendo tanto, que lo tiene en la mira para hacerlo senador y protegerlo del castigo con el fuero. Si Beto Martínez Tapia se levantara de su tumba y se percatara de esta muy evidente y triste realidad de Durango, de la impresión se volvería a morir.

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