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El “Champagne a-go-go” se adelantó veinte años a las “discos”

No es que las nuevas generaciones lo recuerden, pero aquellos que empezaban a ir a fiestas hace unas cuatro décadas es muy probable que sí hayan conocido ciertos lugares nocturnos que le daban a Durango esos primeros aires de ciudad que se desvela, en contraste con la callada y tranquila ciudad colonial.

El “Champagne a-go-go” fue un centro de diversión parecido a esas primeras discotecas de los años setenta que encontraron su máximo referente en el “Studio 54” de Nueva York, el cual se convirtió en la segunda casa de celebridades de muy alto perfil no sólo de Estados Unidos, sino de otras latitudes.

Se adelantó veinte años a la época de “Fiebre de sábado por la noche”, cuando entre la población joven se volvió, precisamente, una fiebre mundial salir cada noche de sábado y divertirse hasta la madrugada en alguna “disco”, al ritmo de Santa Esmeralda, Irene Cara o los Bee Gees.

Así pues, el “Champagne a-gogo” fue un antro muy vanguardista para su tiempo y, según se sabe, su creador fue un norteamericano llamado Roy, a lo mucho treintañero, que llegó a Durango y abrió ese lugar cuando mucho por dos años, para luego cerrarlo sin explicación, pese al éxito que tenía.

Ubicado en la esquina de calle Juárez y Gómez Palacio, este espacio de diversión -que siempre tenía lleno total- era propiamente un anexo del Hotel Del Valle, edificio que con el tiempo se convertiría en sede de diversas oficinas administrativas del Ayuntamiento de Durango durante las administraciones municipales petistas y hasta años después.

Quienes fueron clientes asiduos al “Champagne” lo recuerdan como un lugar lujoso, exótico, con luces deslumbrantes y jaulas pendientes del techo con bailarinas dentro. Eran tiempos en que los lugares de fiesta estaban clasificados y segmentados en cabaret, salón formal de baile o discotecas, que eran las reinas de la vida nocturna.

Había, por supuesto, una amplia carta de vinos y licores en el “Champagne”, empezando por aquel que le daba el nombre, así como brandy Presidente, Don Pedro y Viejo Vergel; el ron Bacardí en sus presentaciones Carta Blanca, Carta de Oro y Añejo, la ginebra Oso Negro, el vodka Wyborowa, además de whisky Johnny Walker y Old Parr.

Con todo y que no tuvo la animación de las tornamesas y el audio de una disco como tal, el “Champagne” bien podría considerarse precisamente como la primera “disco” o su antecedente en la historia de Durango y ciudades a la redonda.

No obstante la creciente popularidad del lugar, su dueño dejó Durango, sin traspasarlo ni venderlo; simplemente lo cerró. Al tiempo, ahí mismo surgió el Centro Social Del Valle, que no pasó a ser más allá de un salón de fiestas, en el que por temporadas se transformó en un inmenso bar con música viva y botanas al mediodía.

Y fue hasta el inicio de los años ochenta cuando en Durango se asentaron negocios bajo el concepto de discoteca; la primera se llamó “Fadi”, apócope de los apellidos de sus socios “Favela-Díaz”, ubicada en lo que hoy es el bulevard Francisco Villa, que luego se transformó en Plaff, después en Moviland y en Gizeh durante su última etapa.

Muy rápido otras “discos” aparecieron en el panorama nocturno, como “La Mazmorra”, ubicada en una ala del actual hotel “Gobernador”, además de otras como “Dal Brau”, localizada en el histórico Jardín de Santa Anna.

Con el paso del tiempo, ese lugar albergó al “Café Disco” y al “Portal de las Palomas”. A la par surgió “La Covacha” y “Bandido”, en Chupaderos. Después los protagonistas del entretenimiento de fin de semana fueron “Montecarlo” y “Cyclons”, sin dejar de lado la todavía recordada “Estampida”.

Otras no tuvieron gran trascendencia, pero llamaban la atención de un buen conglomerado de jóvenes, como “Snoopy”, “Capri”, “María Bonita”, entre otras. Fueron lugares únicos que significaron la base de la diversión en Durango durante casi medio siglo, pero que cumplieron un ciclo.

Hoy, la mayoría de estos espacios siguen ahí, la mayoría en el abandono, los menos quedaron transformados en negocios que para nada rememoran las etapas pasadas. Es tan sólo una parte del Durango que se nos fue, pero cuánta diversión nos dejó ¿A poco no?

TWITTER: @rubencardenas10

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