José Revueltas vino, les mentó la madre…y se fue.
De los talentosos hermanos Revueltas Sánchez, José fue el único nacido en la capital del estado, el 20 de noviembre de 1914, en un modesto domicilio ubicado en el crucero que forman las calles Gabino Barreda y Pasteur. Muy pequeño, junto a su familia, dejó la ciudad de Durango y raramente se le volvió a ver aquí; de hecho, pocos recuerdan sus andanzas, aunque siempre tuvo cierto apego por su tierra.
De sus hermanos, como se sabe, Silvestre fue músico excelso, perteneciente a la etapa del Nacionalismo, mientras que Fermín era un notable pintor, perteneciente al movimiento conocido como Estridentismo y Rosaura, la única mujer de entre ellos, se dedicó con gran pasión y talento a la carrera de actriz, bailarina y escritora.
En 1925, antes de terminar el primer año de secundaria, José abandonó los estudios y se educó de manera autodidacta en la Biblioteca Nacional de la Ciudad de México. Cuatro años más tarde, participó en un mitin en el Zócalo, donde fue apresado y acusado de sedición, motín y otros delitos, por lo que fue enviado a una correccional durante seis meses.
Su intenso activismo en contra de los regímenes priistas lo hizo acreedor a tres encarcelamientos políticos en su vida. En 1932 fue enviado a las Islas Marías por otros seis meses, en una flagrante violación a la ley y a sus derechos humanos, porque era menor de edad y porque sólo se le encarceló por sus ideas contrarias al régimen; empero, en ese encierro logró la inspiración de una de sus grandes novelas “Los muros de agua”.
Dos años después, en 1934, volvió a ese penal, por cierto destinado a los más peligrosos delincuentes del país. Haber organizado una huelga de peones agrícolas en Nuevo León fue la causa de esa nueva detención, hasta 1935. No obstante, su encarcelamiento más conocido fue el de 1968, acusado de ser el autor intelectual del movimiento estudiantil de ese año, que desencadenó la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco.
Revueltas fue un perseguido toda su vida, pero, dada su notoria representatividad como intelectual dentro y fuera de México, obligó a las autoridades a concederle una especie de salvoconducto para que abandonara el país, a lo cual se negó y para posteridad quedó el mensaje que le envió en ese entonces al jefe policiaco de la capital del país, Luis Cueto Ramírez:
“Dicen los periódicos que se me acusa de ser el autor intelectual del movimiento estudiantil. Al margen de la realidad de esas afirmaciones, lo cierto es que soy un perseguido y que seguramente mi vida corre peligro… puntualmente le pido mi último deseo, con toda la cortesía de lo que soy capaz. Estimado señor: Le solicito a usted que vaya y chingue definitivamente a su madre. Le agradezco de antemano la respuesta afirmativa a mi petición”. Atentamente, José Revueltas, citado por Carlos Monsiváis.
En noviembre de ese mismo 1968 fue detenido en la colonia Portales, de la Ciudad de México, acusado de al menos siete delitos, entre estos robo y homicidio, por lo que fue encarcelado en la temible Lecumberri y condenado a 16 años, aun cuando fue liberado bajo palabra a los dos años de estar allí.
Esa cárcel, conocida como “el palacio negro”, debía su oscura fama a dos cosas: la brutalidad del trato hacia los presos y que la gran mayoría eran presos políticos. De nuevo, la prisión de dio fuerza a Revueltas para escribir su cruda novela “El apando”, en referencia al atroz sitio de torturas donde se daban los castigos “especiales”. Más de una vez estuvo allí.
Por supuesto que esa vida de duro activismo social en favor de los desvalidos y los años tras las rejas fueron factores de su permanencia lejos de su tierra natal, aun cuando se recuerda su visita en alguna ocasión que fue invitado por personalidades de la cultura -nunca autoridades- a diversos eventos conmemorativos, pero no hay registro oficial de las agendas que cumplió aquí.
Ya en este tiempo, dentro de un círculo de lectura, un respetado conocedor de la historia local contó que, por los años setenta, José Revueltas fue invitado, ahora sí, por autoridades locales para darle las llaves de la ciudad y declararlo hijo predilecto de Durango, lo cual aceptó, pero antes de la ceremonia oficial tuvo la ocurrencia de preguntar si podía pedir algo más: “lo que usted pida, don José”. Y entonces demandó libertad para todos los presos de la ciudad.
“Eso es imposible; pida otra cosa don José, lo que sea”, le habría respondido el alcalde, un tanto mortificado, a Revueltas, quien lo miró de frente y le dijo, sin más ni más: “Entonces vayan y entréguenle las llaves a su chingada madre”. Según este testimonio, el escritor regresó a la Ciudad de México y nunca más volvió a Durango.
José Revueltas murió el 14 de abril de 1976 en la capital del país, a los 62 años, en el Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán, aquejado de graves males gástricos, seguramente como consecuencia de las diversas huelgas de hambre, voluntarias o forzadas, que emprendió en su vida de activismo político y social.
En la Universidad Nacional Autónoma de México se interrumpen las clases y se organizan celebraciones culturales para conmemorar la fecha e incluso el principal auditorio de la Facultad de Economía lleva su nombre, como también el de la Escuela Nacional de Economía del Instituto Politécnico Nacional.
Sin embargo, acá en Durango pocos lo recordamos y ni siquiera hay una placa conmemorativa en el domicilio donde nació; apenas en la Legislatura anterior se aprobó que su nombre en letras doradas fuera colocado en las paredes del Congreso, luego de que hace más de 25 años se presentó por primera vez la iniciativa para este propósito.
También es irónico que sus grandes obras no sean recomendadas o promovidas en otros recintos de educación superior fuera de la UNAM, pese a ser uno de los principales escritores mexicanos universales, para muchos el mejor novelista. Y para otros, unos de los luchadores sociales más sacrificados de la era moderna.
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Muy bueno tu articulo Ruben; en honor a José Revueltas el callejón de las mariposas en la prepa lo bautizamos como el callejón de las mentadas porque era usado por los de FEUD para orinar y olía a rayos, pero pocos entendieron porque por Jose Revueltas y con tu relato ya se les aclarara.
Tuve la fortuna de conocer a José Revueltas en 1972, cuando la Universidad, por conducto del hoy doctor Carlos Ornelas Navarro, lo invitó a dar una conferencia en el auditorio del Centro de Estudios Sociales y Filosóficos del cual yo era coordinador administrativo.
Recuerdo que nos pidió que lo lleváramos a la casa en la cual había nacido.
Carlos yo lo atendimos y luego se sumo el entonces joven Evodio Escalantge Betancourt quien, con el paso del tiempo, se convirtió en un conocedor produnfo de la creación literaria de Revueltas.