Al tiempo

Compartir

Balas de teflón acabaron con la vida del Mayor Arteaga

El 29 de julio de 1985, un año antes de la conclusión de su sexenio, el gobernador Armando Del Castillo Franco (qepd) enfrentó la principal crisis de su mandato: una noche fue ejecutado su Coordinador de Seguridad Pública, el Mayor Fidel Arteaga, junto con cuatro personas más, en lo que constituyó el primer asesinato múltiple en Durango de trascendencia nacional  relacionado con el crimen organizado, hoy llamado narcotráfico.

Junto con el jefe policiaco, oriundo del Estado de México, fueron ejecutados dos de sus guardaespaldas, su hijo adolescente y la esposa del entonces presidente del Tribunal Superior de Justicia, Rafael Hernández Piedra; él falleció casi dos meses después, el 19 de septiembre, en aquel destructivo sismo de la Ciudad de México.

Eran, por cierto, los años de hegemonía absoluta del PRI en el país y claro, en los estados. El PRI gobernaba todo sin obstáculos, tanto así, que el gobernador Del Castillo nació en el entonces Distrito Federal, pero sin recato alguno lo hicieron candidato del tricolor a esta gubernatura, vía un acta del Registro Civil de Canatlán.

Así que, en tales circunstancias y, al tener escaso conocimiento del estado y de su gente, decidió traer del Edomex al Mayor Fidel Arteaga, de quien difícilmente se sabe si tuvo ese u otro grado militar; el caso es que aquí todos los respetaban e incluso lo admiraban por su nombramiento y el carácter que lo definía.

El Durango de ese tiempo era más tranquilo, menos poblado y para alguien con la experiencia de haber tenido a su cargo la seguridad de un estado con millones de habitantes, las cosas le parecían sencillas de manejar, según cuentan quienes le conocieron.

Al Mayor Arteaga le sobraba el tiempo para relacionarse con la sociedad y “echar jolgorio”, por lo que ese 29 de julio decidió invitar algunas parejas de amigos e irse al palenque de la Feria de Durango a la presentación de su cantante favorita: la mexicoamericana Vicenta Carranza, mejor conocida como “Viki Carr”.

El jefe policiaco tenía su residencia en el fraccionamiento Cerro de los Remedios y las instalaciones feriales en ese entonces ocupaban la parte baja de esa zona residencial; propiamente, su domicilio estaba a unos 300 metros del Palenque.

Quienes lo ejecutaron se parapetaron afuera de la residencia y esperaron que regresara luego de disfrutar el show. Como sabían que andaba en vehículo blindado, cargaron sus armas largas, en su mayoría rifles AR-15, con balas de teflón. Los hechos tuvieron lugar a un lado del Monumento a la Bandera, en el Cerro de los Remedios, la madrugada de ese 29 de julio de 1985.

La noticia alcanzó los principales espacios en los noticiarios de radio y televisión nacionales, así como los medios de comunicación hispanos en Estados Unidos, el diario español El País, aunque desde el plano oficial sólo se prometió una exhaustiva investigación para aclarar todo, lo cual nunca ocurrió ni ha ocurrido.

¿El motivo? se rumoró por mucho tiempo que tal vez tuvo que ver con el entorno que se vivía en aquel momento, cuando la actividad del narcotráfico se circunscribía, por lo general, a la siembra, cultivo y trasiego de mariguana y amapola, convertida esta última en goma de opio para obtener la heroína. No se había diversificado tanto esa actividad.

Sería o no sería; el caso es que, años después, en una visita a Culiacán, al platicar con algunos locales y con gente de Tamazula, Durango, salió a colación el tema y un exalcalde de ese municipio serrano, que falleció hace más de 20 años, me comentó que la ejecución del Mayor Arteaga y sus acompañantes – aunque el blanco era sólo el policía- tenía una razón muy específica.

Según esas versiones, ocurrió por un desacuerdo provocado por la destrucción de un plantío de mariguana cerca de la ciudad de Durango, por el rumbo del municipio de Nombre de Dios; una diferencia de 5 mil pesos por destruir o no el plantío habría sido la razón medular por la que las cosas acabaron tan trágicamente.

Me tocó dar a conocer esta información al cierre de la década de los años ochenta, pero el resultado oficial de la investigación del caso nunca se dio a conocer, ni hubo señalados por la presunta comisión de este homicidio múltiple, el primero ocurrido en Durango de alta estridencia a todos niveles y atribuible a la criminalidad.

TWITTER: @rubencardenas10

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *