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“El Chapo” contrajo nupcias en Canelas;  Caro Quintero antes, en Tamazula

Aunque no tuvo la trascendencia nacional de la boda de Joaquín “el Chapo” Guzmán y Emma Coronel, celebrada en Canelas, Durango, en el 2014; Rafael Caro Quintero también contrajo nupcias en Tamazula, en los albores de 1984, un año antes de que cayera prisionero a consecuencia de su presunta participación en el plagio y muerte del agente antidrogas norteamericano, Enrique Camarena Salazar, en Febrero de 1985, en Guadalajara, Jalisco.

La boda de Caro Quintero se mantuvo en una simple historia pueblerina hasta 1989, cuando me tocó contarla en las páginas del diario Cima, luego de una agitada estancia en ese municipio enclavado en el Triángulo Dorado, donde convergen los estados de Chihuahua, Sinaloa y Durango, la zona donde más enervantes de cultivan en el país.

Casi en ese cierre de 1989, fui enviado especial a Tamazula para realizar un trabajo periodístico sobre el entorno del municipio, revisar las condiciones en que se encontraba la casa donde nació el general Guadalupe Victoria, más lo que se acumulara en el viaje, pero nunca imaginé encontrarme con que ahí había contraído nupcias Rafael Caro Quintero.

En aquel tiempo no era fácil llegar hasta Tamazula; sin embargo, facilitó el recorrido un viejo avión de la aerolínea extinta Aerosierra, conformada a lo mucho por 4 aviones viejos de carga que volaban en Hawai después de la Segunda Guerra Mundial; algún empresario los hizo llegar a Durango en la segunda mitad de la década de los 80’s para convertirse en una opción con vuelos a Culiacán, Sinaloa, a la zona serrana del estado y otros destinos a ciudades cercanas a Durango.

Eran aviones de carga, de doble hélice, no contaban con dispositivos de presurización, por lo que en las alturas nada calmaba un intenso pillido en los oídos, así como un ardor que casi provocaba el llanto. Fue un viaje nocturno muy sufrido a Culiacán, la capital sinaloense.

Al día siguiente, hubo que partir por tierra a Tamazula, un recorrido de tres horas en terracería y con la zozobra permanente, porque en esos años un grupo de gavilleros asolaban a los viajeros, los despojaban de cuanto llevaban, desde dinero, joyas hasta otras pertenencias a las que le daban algún valor, incluso habitantes de la región aseguraban que no se les había escapado ni un pelotón del ejército mexicano que por ese entonces estaba establecido en la cabecera municipal de Tamazula.

Por eso en cuanto entramos a esa municipalidad, una sensación de tranquilidad invadió el entorno de quienes llegamos en la camioneta Pick-Up, que por 300 pesos nos trasladó de Culiacán a la tierra del primer presidente de México, don Guadalupe Victoria.

Habían transcurrido casi 5 años de aquella boda en la que Rafael Caro Quintero y Gregorio Fuentes, quien fuera primer comandante de la Policía Judicial del Estado, en el sexenio del gobernador Armando del Castillo Franco, y oriundo de Tamazula, llegaron a esa población acompañados de sus respectivas novias -Sara Cosío y Sandra Ávila- para realizar una boda dobles.

Dos bandós de música sinaloense y la gracia de 15 caballos “pura sangre”, propiedad del “comandante” Fuentes, amenazaron el sorprendente sarao. No faltaron las ráfagas de las armas de altos calibres y los múltiples brindis en honor de las nuevas parejas. Claro que no había autoridades del Registro Civil en Tamazula, pero recurrieron al primer representante de la alcaldía y por unos buenos fajos de billetes verdes, ambos capos “lo convirtieron” en juez del Registro Civil, faltaba más.

A diferencia de otras fiestas en Grande protagonizadas por narcotraficantes, esta fiesta sólo duró unas cuantas horas, porque un informante les advirtió que se aproximaba un contingente importante de fuerzas policiacas y militares para tratar de capturarlos, por lo que a bordo de dos avionetas Cessna, que habían alquilado previamente, huyeron las dos parejas de recién casados. A los demás enfiestados les sobró espacio en la sierra para esconderse de las fuerzas federales.

“Lo que más lástima daba es ver a los caballos que días después casi morían de hambre porque los dejaron a su suerte, aunque algunos les ponían música y seguían bailando. Era como darles comida. Estaban amaestrados para el baile”, concluyeron algunos tamazulenses que recordaron la gran pachanga de Caro Quintero.

Años después en el 2016, Joaquín Guzmán Loera -“el chapo”- contrajo matrimonio con Emma Coronel, en Canelas, un acontecimiento que trascendió a nivel nacional e internacional, porque fue en el tiempo en que las autoridades norteamericanas ofrecían una recompensa millonaria en dólares a quien diera información sobre su paradero.

La prensa nacional dio cuenta del suceso y a nivel local un semanario tabloide publicó fotografías de un avión del gobierno estatal con las llantas casi destrozadas porque ese día de la celebración en Canleas realizó más de 14 viajes de ida y vuelta para llevar y traer asistentes a la boda de “el Chapo”, todos políticos, por cierto. Aunque esa es otra historia. Al tiempo.

TWITTER: @rubencardenas10

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