Mayagoitia y sus tácticas contra estudiantes conflictivos
Está cumpliendo un siglo de vida Héctor Mayagoitia Domínguez, el exgobernador más longevo de Durango, cuya caballerosidad y gentileza fueron una constante durante su sexenio recortado, de 1973 a 1978, que no culminó porque fue llamado a ocupar la dirección del Instituto Politécnico Nacional. Salvador Gámiz Fernández se encargó del mandato interino por un año.
No obstante esa fama de trato fino, Mayagoitia Domínguez fue también exigente y duro; incluso, en ocasiones mostró el otro lado de su carácter y se engalló para someter a quienes desafiaban la ley, entre estos los estudiantes de la Normal Rural J. Guadalupe Rodríguez y del entonces Bachillerato Tecnológico Agropecuario, que se convertiría en el famoso Instituto Tecnológico Agropecuario (ITA).
Y tendría a lo mucho un año como gobernador, cuando enfrentó el primer conflicto estudiantil; resulta que los alumnos del CBTA tuvieron elecciones para elegir a su Sociedad de Estudiantes y el grupo perdedor acusó de fraude a los ganadores, por lo que paralizaron el plantel y lo tomaron, en exigencia de nuevos comicios internos.
Luego, a los pocos días de tomada la institución, un grupo de estudiantes acudió muy noche a tratar de rescatarla, lo que provocó un enfrentamiento. Hubo golpes, se lanzaron unos a otros bombas “molotov” y hasta salieron a relucir las armas de fuego; un estudiante resultó gravemente herido y murió pocas horas después.
Tan pronto como fue informado del enfrentamiento estudiantil y de que había un fallecido, el gobernador Mayagoitia se dirigió al lugar de los hechos, se abrió paso entre los estudiantes, agarró a más de dos por la solapa y les soltó un par de cachetadas, de modo tal que sus acompañantes temían una reacción agresiva de los jóvenes, lo que no ocurrió.
A diferencia de los amedrentados colaboradores, el mandatario se mantuvo firme y esperó la llegada de elementos de la Policía Judicial del Estado, a quienes ordenó que detuvieran a todos los estudiantes en el mismo sitio, tanto a los que tenían el plantel en posesión como a los que intentaron rescatarlo.
A todos los detenidos se les practicó la prueba de Radizonato de Sodio (prueba de la parafina) para identificar a quienes habían disparado. Tres estudiantes dieron positivo y de inmediato fueron internados en el CERESO; sin mayor averiguación quedó aclarada esa muerte.
En otro incidente, tiempo después, los alumnos de la J. Guadalupe Aguilera secuestraron automóviles oficiales y los encerraron en la sede normalista, además de obstaculizar el paso hacia Canatlán y amenazaron también con obstruir la carretera a Ciudad Juárez.
Y Héctor Mayagoitia tampoco se anduvo con contemplaciones. A la segunda noche de ocurridos los hechos, solicitó el apoyo de elementos militares y se lanzó personalmente, muy de madrugada, rumbo a la Normal Rural. Los militares tomaron por sorpresa a los estudiantes, quienes dormían muy confiados en su estrategia de ejercer presión para conseguir soluciones a sus demandas, que en ese tiempo eran justas por cierto, o sea, becas, apoyos alimenticios, mejoras a la escuela, entre otras.
Los levantaron en paños menores y los tuvieron un buen rato en el intenso frío, mientras eran librados los vehículos y las vías terrestres. Sin embargo, contra lo que parecía, allí mismo el gobernador concedió la mayoría de las demandas del pliego petitorio, no sin antes advertirles que “por la buena, todo”, pero “a la mala, nada”. Durante los siguientes años de su gestión, no volvió a registrarse una manifestación similar ni de otros grupos.
Eran otros tiempos, otros los métodos, otros estilos de gobernar, pero se actuaba cuando se requería, pese a que no siempre quedaban todos satisfechos. Mayagoitia Domínguez siempre ejerció el poder; fue duro cuando fue necesario, aun cuando muchos nunca imaginaron que se “fajaba” en serio.
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