Al tiempo.

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Hasta Silvestre Revueltas dio clases magistrales ahí, pero pocos lo recuerdan.

Esa vieja propiedad de Coronado y Pasteur, abandonada desde hace varios años y actualmente en venta albergó, hacia mediados del siglo pasado, a los mejores músicos de Durango; allí dieron clases magistrales maestros de gran reconocimiento nacional e internacional, como el mismo Silvestre Revueltas; sin embargo, pocos en Durango tienen recuerdos de lo que fue la academia de música “Santa Cecilia”.

Hasta hace unos veinte años, en la parte frontal de esta casona funcionó un taller mecánico y eléctrico que luego cerraría, para convertirse en una de las tantas propiedades con siglos de historia tras sus muros en el centro de la ciudad, pero que terminan vandalizadas y sin esperanza de recuperación.

No obstante, la academia Santa Cecilia es uno de los lugares más importantes en tierras duranguenses en cuanto al desarrollo artístico musical, ya que de esas aulas egresaron grandes maestros como Alfredo A. González, fundador de la primera orquesta sinfónica de Durango, así como los pianistas Cecilio Zúñiga, Ramón Aguirre, quien después abrió su propia academia, llamada Arts- Nova, entre otros.

Santa Cecilia se convirtió, con los años, en la Escuela Superior de Música, ya bajo el cobijo de la Universidad Juárez del Estado de Durango y entonces cambió de sede al edificio ubicado en calle Negrete y Bruno Martínez, hoy Museo de las Artes de la UJED.

Y fue el maestro Ramón Aguirre quien narró, en una publicación de hace unos diez años sobre la historia de la música en Durango, que la Santa Cecilia fue cuna de los grandes músicos duranguenses de la historia moderna y que Silvestre Revueltas impartió algunas clases magistrales, al igual que los directores de orquesta sinfónica Jaime Herrera De la Fuente, Enrique Bátiz, entre otros. Era la única escuela en donde se enseñaba música en Durango y su nivel era excelso.

Tan enorme reconocimiento nacional alcanzó, que en la década de los sesenta la UJED la respaldó y adoptó como parte de su infraestructura académica; de ahí su transformación en Escuela Superior de Música; es decir, dejó de ser la Santa Cecilia y casi todos esos egresados, además de trabajar por su propia cuenta, fueron reclutados por don Alfredo A. González, quien, además de ser director de la nueva escuela, fundó la Orquesta Sinfónica de la UJED.

A su vez, esta escuela ubicada en Negrete y Bruno Martínez estaba abierta al público en general, niños y adultos. De hecho, eran pocos los alumnos de la UJED que ahí tomaban clases. Se enseñaba piano, guitarra, instrumentos de viento y solfeo básicamente, además de los idiomas alemán, inglés e italiano. Cuando niño, me tocó estudiar ahí solfeo e italiano todas las tardes.

Muchos años después, la Escuela Superior de Música de la UJED fue reubicada a un lado del parque Sahuatoba y desde hace por lo menos dos décadas ya cuenta con carreras profesionales en la mayoría de las especialidades. Se trata, pues, de un semillero de virtuosos, muchos de los cuales seguramente desconocen que el origen de toda esa preparación que adquirieron en estos años o que aún siguen atesorando tuvo su base en la academia Santa Cecilia, patrona de los músicos.

TWITTER @rubencardenas10

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