Al tiempo.

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Con la convicción plena que este espacio interesará a más de uno, presentamos hoy esta propuesta en la que relataremos hechos del pasado y el presente extraviados en los años; sucesos que deben registrarse, darse a conocer, porque en el anonimato… simplemente no existen, no ocurrieron.

Al tiempo.

No todos los días pasan esas cosas, pero cuando pasan deben prevalecer en el tiempo y la memoria de quienes vivieron el hecho o estuvieron alrededor, aunque algunos ya se hayan ido, como Manuel Guzmán Franco, médico de profesión y de espíritu, impulsor también de la educación en tiempos que acceder a ella era un verdadero lujo para los niños y niñas de los municipios más rezagados, como Francisco I. Madero, ubicado a tan sólo una hora de Durango Capital, pero a una distancia enorme en cuanto a oportunidades de ocupar un mesabanco en un salón de clases.

O sea que, ya después de la primaria, a los once años de edad, quedaban otras tareas menos agradables para la infancia de aquellos tiempos, principalmente ayudar en la casa en el caso de las niñas y labrar la tierra como una obligación temprana para los niños, terminada ya la breve etapa de escuchar a alguna maestra de geografía que les contase cómo estaban divididos los países o qué tan lejos estaba México de Europa.

En ese contexto tan adverso y, quizá aprovechando su influencia como el médico que nunca dejó de atender a alguien porque no pudiera pagar sus servicios, Manuel Guzmán se convirtió en una especie de gestor social para un poblado que, si no contaba con energía eléctrica o drenaje, mucho menos con una escuela secundaria. La primaria José Ramón Valdés era todo lo que había para que los niños aprendieran a leer y las matemáticas básicas. Urgía una secundaria, pero no había recursos.

Y, en este poco esperanzador panorama, el doctor Guzmán Franco decidió tocar puertas, tan fuerte como hiciera falta, para encontrar al político o funcionario dispuesto a voltear hacia un pueblo del cual no había muchas noticias, excepto por cierta fama de que los de Madero siempre andaban armados.

Pues bien, encontró a ese hombre que podría ayudarle, un político del PRI que tenía las conexiones necesarias como para conseguir el dinero, los permisos y agilizar los trámites para la edificación, en 1967, de una escuela secundaria técnica, la O2, de cuyas aulas han egresado cientos de jovencitos, muchos de ellos hoy profesionistas de éxito en diversos rubros, en parte gracias a que pudieron pasar por la escuela secundaria, un edificio que, por cierto, desde el principio era sólido y funcional, aunque, con los años, se le han tenido que hacer mejoras.

Y hace diez días, en el histórico reencuentro de la primera generación de egresados (1967-1970), de la Escuela Secundaria Técnica 02, se rindió homenaje precisamente al doctor Guzmán Franco por su determinante intervención para que ese plantel no se quedara en idea, sino se convirtiera en ese edificio que se ubica, con aire gallardo, en colores blanco y azul, rumbo a una de las salidas del pueblo.

Fue a finales de los años cincuenta cuando el Manuel Guzmán Franco, oriundo de Nombre de Dios y el mayor de una generación de cinco hermanos médicos radicados después en el municipio de Vicente Guerrero, llegó a Pánuco de Coronado y concretamente a la cabecera municipal, Francisco I. Madero, recién egresado de la Escuela de Medicina del Instituto Politécnico Nacional.

No podía ser más desolador el panorama en el pueblo al que había llegado a establecerse: sin luz ni agua y con enormes necesidades de salud que iban desde una gripa simple hasta un parto muy complicado, así que optó por abrir una pequeña clínica en su propia casa, a veces con su familia como espectadores involuntarios de algún caso grave, ya fuera un herido de bala, un mordido de víbora o alguna víctima de accidente.

Solía trabajar solo o bien, era asistido por Catalina, una enfermera a quien entrenó intensivamente en toda clase de emergencias, incluso para reacción rápida en el caso de heridos a quienes atendían con la preocupación extra de que podían llegar sus agresores a rematarlos dentro de la misma clínica. En ese entorno difícil e inseguro el doctor Guzmán se convirtió en el principal líder del pueblo y gestor de diversos servicios.

Así pues, por iniciativa propia y con redes de apoyo de padres de familia, logró que llegara la luz eléctrica, también el agua potable y drenaje, que se construyera la primera clínica en el pueblo con todo y el puente para que se acceder a ese espacio de salud, porque el terreno otorgado permanecía incomunicado de la comunidad.

Así pues, en reconocimiento a ese bagaje de servicio, en ocasión del 50 aniversario de la puesta en marcha de la Secundaria Técnica 02, los primeros egresados de la secundaria -la autodenominada “Generación de oro”- recordaron con un homenaje y develación de placa al incansable gestor del plantel.

Uno de los egresados, el doctor José Guadalupe Trejo, también médico del IPN, dijo en el evento que de nadie le había hablado del Politécnico Nacional, hasta que, siendo alumno de la escuela, el doctor Guzmán platicó en una ocasión de su experiencia allí y eso inspiró a Trejo para decidirse por ese camino.

Entre ese grupo de egresados hay profesores, uno de ellos es el director actual de la Secundaria, hay profesionales en otras áreas y hasta amas de casa, pero coinciden en el esfuerzo de aquel médico del pueblo que tanto hizo por la comunidad, pese a no haber sido ni regidor y menos presidente municipal.

En esos años, el líder máximo de la CTM en Durango, Antonio Ramírez Martínez siempre se opuso a que la gente eligiera a su alcalde y, como veterano líder priísta, fue el que impuso a todos, unos malísimos y otros peores, pero en ese afán impidió que Guzmán Franco fuera presidente municipal, pese a la insistencia de los pobladores del municipio.

Total, tuvieron que transcurrir 50 años para que se reconociera públicamente el esfuerzo de ese médico, que falleció hace 18 años en Durango. Es una historia empolvada en el tiempo, desconocida por muchos, pero real y seguramente con réplicas en infinitos lugares. Así suele ocurrir en la vida.

1 comentario en “Al tiempo.”

  1. Filemon Villarreal

    Una extraordinaria historia de un líder sin cartera que hizo el bien por vocación y no por interés, dejando una profunda huella en esa aun olvidada región agrícola de nuestro estado

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