La crisis de Samuel García
Lo sucedido con Samuel García, su licencia como gobernador, sus aciones como aspirante y todo lo que gira alrededor de él durante los últimos días, son un claro ejemplo; de cuando un gobernante o líder político está acostumbrado a tener dentro de su círculo cercano a personas o personajes que solo asienten la cabeza sin anteponer una opinión o juicio frente a situaciones que requieren una cabeza fría, templanza y decisión en momentos de crisis.
Samuel se fue por la libre y con las decisiones tomadas con el estómago. Hubo un momento en donde Samuel lo perdió todo. No era ni precandidato ni gobernador.
¿Qué sucedió?
Que la persecución del poder es más grande que cualquier línea de argumento legal aunque esté plasmada en la Constitución o cualquier ley o reglamento.
Samuel quiso, hasta donde se percibe; tejer la salida de su gobierno mediante un permiso emitido por el Congreso del Estado de Nuevo León para irse a competir por la presidencia de México con algunas decisiones que fueron enrareciendo el clima político local y nacional y que terminaron en el circo político que vimos todos.
El cúmulo de errores y conflictos, creo la percepción, en una parte importante de la ciudadanía; de imponer como gobernador interino a un leal a él para cubrirle las espaldas de los supuestos faltantes por el orden de los 66 mil millones de pesos, según un documento de la Auditoría Superior del Estado de Nuevo León.
Además de que su familia está involucrada en un supuesto caso de “asesorías fiscales” y factureras, entre otros.
Cabe recordar que el propio Samuel expuso con toda seguridad que estaría al frente del gobierno del estado por los 6 años y que el 2024 no lo distraería de sus deberes. Faltó a su palabra.
Por todo lo anterior, es probable que Samuel García y equipo de asesores, tomaron las cosas con demasiada confianza, pensando que el apoyo mostrado por el presidente López Obrador, de Dante Delgado y de la estructura de Movimiento Ciudadano, más los acuerdos con actores locales previos a que él tomara la decisión; eran suficientes para transitar hacia los objetivos que se había trazado.
Samuel necesitaba la certeza de que le cuidarían las espaldas y tener a su disposición recursos públicos suficientes para sufragar una campaña presidencial que cuesta cientos de millones de pesos, dinero que seguramente saldría de las arcas estatales. En ese sentido, el gobernador de Jalisco se mantenía al margen de lo acontecido, por lo tanto era previsible que Enrique Alfaro no apoyaría al político norteño al cien por ciento.
Nuevo León no es como cualquier otro estado de la república. Es el estado que está acaparando más de la mitad de lo poco que ha llegado del “nearshoring”, es decir; es un estado clave para el crecimiento y desarrollo de todo el país y la clase gobernante y política no se pueden dar el lujo de ser protagonistas de escenas políticas baratas. La nota cruzó las fronteras.
Queda entonces en la percepción de millones de ciudadanos, la imagen de un político joven, inexperto y berrinchudo que acompañará a Samuel García durante toda su vida.
Ahora, tendrá que hacer una reparación de daños en lo político, social, empresarial y mediático, pero lo mostrado hasta ahora, dista mucho de querer reconstruir el camino en el corto plazo.
O, ¿Usted qué opina?
X: @gerardopreza