Iyad Al-Habal y su familia se encuentran entre los muchos ciudadanos con doble nacionalidad atrapados en campos de refugiados del sur de Gaza. Con nacionalidad sueca, permanecen a la espera del permiso necesario para cruzar la frontera con Egipto.
Iyad llegó a Gaza para realizar una investigación para sus estudios de doctorado, y en principio iba a quedarse solo unos meses. Y entonces, el desastre.
«Solo quiero sentir que mis hijos están a salvo», cuenta Haneen Hamdouna, la madre de esta familia. «Quiero irme de Gaza porque veo a mis hijos llorar todos los días, y me piden volver a Suecia. Son niños que no entienden las circunstancias que les impiden viajar. Ojalá pudiera decirles que estarán bien».
«No sabemos cómo conciliar el sueño, ir al baño o asearnos», explica la pequeña Sabeel. «No hay suficiente comida para comprar lo mínimo para subsistir. Y todo está contaminado por la basura que hay por todas partes. El agua no es potable».
Aunque la familia está desesperada por escapar del sufrimiento del campo de refugiados, lo cierto es que abandonar Gaza conllevará a su vez su propia angustia.
«Para mí es muy difícil abandonar la Franja de Gaza y dejar a mi familia, o a miembros de mi familia como mi hermano y mis hermanas», reconoce Iyad. «Lo que quiero decir es que yo, como sueco, tengo la posibilidad de irme de la Franja de Gaza, pero al mismo tiempo para mí es una especie de sufrimiento irme del lugar, irme de la Franja mientras tengo a mi familia aquí, que no tiene la posibilidad de irse del lugar. Es muy duro, muy duro».
Se calcula que desde el pasado 1 de noviembre y hasta el momento han conseguido salir de la Franja a través del paso egipcio más de 2000 personas de múltiples nacionalidades, al margen de los evacuados para ser atendidos en hospitales egipcios. Otros muchos, como Iyad y su familia, siguen esperando su oportunidad.
Redacción Voz Libre con información de euronews.com