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La congruencia en la comunicación política

La congruencia en la comunicación política y gubernamental es uno de los valores que se han ido perdiendo en cada gobierno o en cada proyecto político.

Durante el fin de semana se hizo viral las imágenes de la fiesta de XV años (o 17 años) de la hijastra de José Ramón López Beltrán celebrada en la ciudad de Culiacán, Sinaloa.

Festejo que denota un gasto hasta cierto punto oneroso y que pocas familias en México lo pueden erogar. Y aunque se dice que él no fue quién pagó la celebración; el acto se vuelve contrario al discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien durante una conferencia de prensa mañanera apuntó que “no podemos tolerar ningún acto de extravagancias, ningún acto que vaya en contra de la austeridad republicana, nada de lujos extravagancias, porque la gente está harta de eso…” –dixit-

Desde el conflicto de la “casa gris”, el escrutinio mediático se ha intensificado no solo a José Ramón y a su esposa, sino a los otros hijos del presidente, sus negocios, su forma de vida y diferentes miembros del gabinete del presidente.

Recientemente, el asesor del senador morenista Alejandro Armenta, tuvo que “regresar” a la agencia un automóvil Audi R8 con valor superior a los 3 millones de pesos una vez que fue expuesto en las redes sociales. Los números no cuadraban en relación al sueldo percibido y al costo del vehículo. Terminó por renunciar a su puesto.

La hermana de Adán Augusto López quien es considerada la número 2 del SAT ha recibido de su esposo, Rutilio Escandón que es gobernador morenista de Chiapas; casi 500 millones de pesos en contratos a través de supuestas empresas fantasma.

La asignación directa de la empresa (fantasma) que debió darle servicio y mantenimiento a los elevadores del IMSS, que le costó la vida a una menor de edad en Quintana Roo, que fallaba desde el 2019 según reportes. El tema ha sido casi olvidado y las pretensiones de Zoé Robledo de ser candidato a gobernador de Chiapas quedaron frustradas. Regresó a dirigir el IMSS.

Hay más casos.

Sin embargo, por más que el presidente López Obrador se esfuerce en sacar el pañuelo blanco que indica que ya no hay corrupción en su gobierno, la realidad se le estrella en la cara.

No por nada, la corrupción en el sexenio de AMLO sigue siendo el principal problema del país. Así lo percibe el 25% de las personas en la encuesta de México Elige (mexicoelige.com) publicada el 21 de agosto.

Además, el 69.8% de las personas considera que en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador sí hay corrupción, un 20.1% dice que no hay corrupción y un 10.1% no sabe.

En el índice de percepción de corrupción, Ana Gabriela Guevara ocupa el primer lugar con 69.3, seguido de Manuel Barlett de la CFE con 60.3, Alejandro Gertz de FGR con 53.4, Hugo Lopez-Gatell con 53.4 y en quinto lugar, el general Luis Cresencio Sandoval de la SEDENA con 50.0. Al presidente López Obrador, el 43.5% de la gente lo percibe como algo corrupto o muy corrupto.

Vemos entonces, como la falta de coherencia en el discurso y en los hechos, logra tener una repercusión en la valoración ciudadana a las autoridades y gobernantes.

En su definición, coherencia es la cualidad de un individuo que actúa en consecuencia con sus ideas o con lo que expresa.

La opinión pública se forma sobre una línea de tiempo que se alimenta de los mensajes emitidos y experiencias ciudadanas con un gobernante, un funcionario o político.

En este caso, hay un elemento en la comunicación política del presidente que no coincide. Falta una pieza. La coherencia.

Ahora con los y las aspirantes a dirigir este país a partir del 2024 o cualquier otro puesto de elección popular,  seguramente seremos testigos de cómo van faltando poco a poco a ese valor tan importante y sus efectos en las intenciones de voto.

O, ¿Usted qué opina?

X: @gerardopreza

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