El efecto Xóchitl y el riesgo de dejar de ser competitiva
Quien acusó recibo del efecto Xóchitl fue la ex gobernadora de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. De algunas semanas a la fecha, hemos sido testigos del cambio de imagen que ha implementado la morenista.
De ser una mujer con vestimenta formal o semi formal, estilizada, cabello alaciado, maquillaje, eventos empresariales, etc., a una mujer con vestimenta más sencilla con algunas prendas tradicionales de pueblos originarios según el territorio que pise, con una agenda más “incluyente”, incluso apareció en sus redes sociales promocionando unos tacos de cochinita pibil y lechón, cuando en su religión está prohibida la ingesta de cerdo.
En pocas palabras, Claudia trata de involucrarse más con algunos elementos que identifican a Xóchitl, incluida la vestimenta. El objetivo está trazado.
Es claro pues, que el efecto Xóchitl fue tomado con seriedad en el equipo de estrategia de Sheinbaum al grado de incluir en la comunicación e imagen, dichos temas.
Y ese es justamente el riesgo que se acerca lentamente a la aspirante del Frente Amplio por México y que, ella y su su equipo de estrategia, no logra percibir; al menos por el momento.
Sí; Xóchitl Gálvez entró al juego de la sucesión presidencial de una manera disruptiva, acaparó espacios mediáticos y en conversaciones porque fue blanco del hombre más poderoso de México al no darle derecho de réplica en la mañanera, además de los ataques constantes hacia su persona y familia.
Ese conjunto de factores ha hecho que sea ella la que encabece las preferencias opositoras y que ponga al oficialismo a dirigir sus baterías sobre ella.
Por otro lado, Xóchitl genera una comunicación híperpersonalista (ella y solo ella), basada en su agenda pública, privada y en ocasiones personal. Aun y cuando se han producido videos mediante inteligencia artificial que han tenido cierta notoriedad, no deja de ser “ella” la que emite los mensajes.
El diferenciador entre políticos no lo hace la vestimenta ni la forma de hablar. Mucho menos las acciones pasadas. El discurso o lo que nos quieren vender a los ciudadanos es el mismo: origen, vida estudiantil, cargos públicos, filantropía, reconocimientos, propuestas, visión, entre otras cosas.
Si Xóchitl y su equipo quieren alcanzar a las corcholatas morenistas, necesitan una de una comunicación política ampliada, que no solo se quede en el modelo tradicional que usa ella, Claudia, Marcelo, Enrique, Santiago, Samuel, Luis Donaldo y todos los demás políticos.
Según un estudio de opinión pública realizado por Latinobarómetro, el 76.4% de la gente no se siente cercano hacía un partido político y 8 de cada 10 personas de 26 a 40 años tienen ese mismo sentimiento. También, el 81.4% de las personas nunca o casi nunca habla de política con sus amigos.
Entonces, ¿Cómo conquistar a esos millones de ciudadanos que no se sienten identificados con la clase política? Decía Xóchitl en una entrevista que es cuestión de emociones, que es cuestión de “conectar” y de no ir a los lugares comunes.
Lo visto hasta ahora, por ella y su equipo de estrategia cae en esos lugares comunes de hacer política. Ya la vimos haciendo giras por varios estados del país, comiendo en un puesto de tacos, bailando, ya la vimos en reuniones con empresarios, con sus simpatizantes, con ciudadanos, con pueblos y comunidades indígenas, en entrevistas para radio y televisión, en contenido para redes sociales, etcétera.
A Xóchitl también.
Ese es el riesgo, hacer lo mismo. Los lugares comunes… de la comunicación política.
O, ¿usted qué opina?
X: @gerardopreza