Estrechan relaciones Brasil y Francia

Compartir

El presidente francés, Emmanuel Macron, recibirá a Lula en el Elíseo. Tras el período de Bolsonaro, se trata de un nuevo comienzo en la relación bilateral.

Cuando el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, viaje a finales de junio de 2023 a París para visitar a su homólogo francés, Emmanuel Macron, será como visitar al vecino, ya que el país más grande de América del Sur limita al norte con el departamento de ultramar de la Guayana Francesa.

Tanto los lazos geográficos, como la relación histórica justifican la actitud francófila de muchos brasileños: Francia fue uno de los primeros países europeos en reconocer la independencia de Brasil, en 1825, mientras que Brasil luchó junto a Francia en las dos guerras mundiales del siglo XX. Francia no tiene con ningún otro país del continente relaciones tan estrechas como las que tiene con Brasil.

Brasil también se apoyó en Francia para convertirse en potencia regional dominante en América del Sur. En 2000, el Gobierno de París legó su portaaviones fuera de servicio a la Armada de Brasil y, unos años más tarde, acordó construir una nueva generación de submarinos. A finales de esta década, se construirá en Brasil el primer submarino nuclear con apoyo francés.

Nuevo comienzo tras Bolsonaro

Sin embargo, las décadas de buenas relaciones entre ambos países tocaron fondo durante la presidencia de Jair Bolsonaro, entre 2019 y 2022. Macron puso como excusa la tala y quema en la región amazónica, promovida por Bolsonaro, para bloquear el tratado de libre comercio Mercosur. Bolsonaro, por su parte, respondió en Facebook burlándose de la esposa de Macron, Brigitte.

Cuando Lula, de 77 años, inicie su visita de dos días a Francia, será el momento de celebrar un nuevo comienzo. No hay animosidad personal entre Macron y Lula. Muy al contrario, el exsindicalista Lula, incluso hizo campaña públicamente por la reelección de Macron en 2022.

«Brasil primero»

Sin embargo, sí que existen grandes diferencias en cuestiones de contenido de temas centrales. «Uno tiene que reconocer en Europa que Brasil y la Unión Europea tienen diferentes perspectivas geopolíticas», dice el politólogo y experto en América Latina Peter Birle, que actualmente trabaja en Brasil.

«En última instancia, Europa quiere estabilizar el orden mundial existente, Brasil quiere cambiarlo. No fundamentalmente, pero sí de tal manera que Brasil tenga más voz. Y aprovecha todas las oportunidades para hacerlo».

Aunque Brasil condenó la agresión rusa contra Ucrania en la Asamblea General de la ONU, no contempla una posible ruptura con Moscú o Pekín. De hecho, Lula ha declarado en repetidas ocasiones que Rusia y Ucrania son igualmente culpables de la guerra.

Controversia sobre la protección del medioambiente

Lula rechaza la política europea de sanciones contra Rusia. Cuando el canciller alemán, Olaf Scholz, hizo campaña en Brasil a principios de este año para que el país sudamericano diera municiones para los tanques alemanes desplegados en Ucrania, Lula rechazó la propuesta.

El politólogo Birle dice que, a diferencia de lo que sucede en los países europeos, la guerra en Ucrania no es un punto de inflexión para Brasil, sino un conflicto internacional más. Lula espera actuar como mediador entre las partes en conflicto, algo que, de momento, no parece realista.

Pero no solo en el tema de Ucrania es difícil un acercamiento de posturas entre Brasil y Francia. El acuerdo del Mercosur, en suspenso desde que terminaron las negociaciones en 2019, también es un tema de conflicto. Tras la llegada de Lula al poder, la presión de la UE aumenta para finalmente, avanzar en las  nuevas negociaciones en curso.

El nuevo papel de Brasil

«Usted ha devuelto a Brasil al lugar que le corresponde como actor global, como líder en el mundo democrático», elogió a Lula la presidenta de la Comisión de la UE, Ursula von der Leyen, durante su viaje a América Latina.

Pero la cosa no es tan sencilla si prestamos atención a los detalles. El segundo socio comercial más grande de la UE se blinda en un protocolo adicional para bloquear regulaciones ambientales más estrictas y vinculantes. Lula argumenta intereses superiores: «La base entre los socios estratégicos debe ser la confianza mutua, no la desconfianza y las sanciones».

El propio concepto de protección ambiental y amazónica de Lula ha fracasado hasta ahora en el Congreso, que está dominado por partidarios de Bolsonaro.

Lula, que trabajó insistentemente durante su primer mandato hace 20 años para posicionar a Brasil como actor global, ve a su país fortalecido por los últimos acontecimientos globales. Dado que Rusia no va a poveer de materias primas y energía a Europa, al menos a medio plazo, y la UE quiere ser más independiente de China, la potencia regional tiene un papel clave. Con alrededor de 22 millones de toneladas, Brasil  tiene las segundas mayores reservas de tierras raras del mundo. Además, sus condiciones geográficas y climáticas son ideales para la producción de hidrógeno verde.

Brasil, por otro lado, también está interesado en la relación con los europeos, pero China, que se ha convertido en su socio comercial más importante, ofrece acuerdos bilaterales con condiciones significativamente menos estrictas.

En Francia, hay, desde hace años, resistencia al Mercosur. Ya antes de la visita de Lula, la Asamblea Nacional ha emitido una resolución llamando al Gobierno a no aprobar el acuerdo. Detrás de las críticas de los parlamentarios a la falta de estándares ambientales, está, sobre todo, la preocupación de los agricultores franceses por la creciente competencia de América del Sur. El reinicio brasileño-francés aún tiene algunos obstáculos que superar.

Redacción Voz Libre con información de dw.com

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *