No es menor el descontento hacia AMLO, pero el INE tampoco es la solución
Es totalmente irrefutable que el movimiento de los inconformes con el gobierno de la Cuarta Transformación ha cobrado cada vez más fuerza y ayer quedó de manifiesto cuando, por segunda ocasión, miles de ciudadanos salieron a las calles en defensa del Instituto Nacional Electoral y en contra del Plan B electoral de AMLO.
Hubo marchas organizadas en más de cien ciudades del territorio nacional, así como plantones de diverso tamaño al exterior de las embajadas y consulados mexicanos en algunas ciudades del extranjero, como Washington, DC, Los Angeles, Nueva York, París y otras donde residen grupos de connacionales.
No obstante su creciente importancia, a este movimiento le sigue haciendo falta un fundamento sólido que le permita avanzar más allá de los círculos que representa la clientela electoral de los partidos opositores, principalmente del PRI y PAN, así como de grupos influyentes plenamente identificados con la derecha.
El solo hecho de que estos partidos convoquen a estas movilizaciones, bajo el argumento de que es un evento ciudadanizado, pero se apropien del discurso y la logística, le quita legitimidad a esta protesta de millones de mexicanos que, por supuesto, tienen todo el derecho a estar en contra del gobierno federal.
Así pues, son los partidos políticos quienes demeritan el valor de esta lucha opositora, porque han sido ellos los grandes beneficiarios del muy cuestionable desempeño de las autoridades electorales desde su misma creación.
Y no se trata nada más de debatir si hubo fraude en el 2006 con Felipe Calderón y en 2012, con Enrique Peña Nieto, sino de otras elecciones cuyos protagonistas, amparados bajo las siglas de un instituto electoral omiso y con decisiones a menudo sesgadas, pudieron acceder a sus cargos de manera por demás controversial.
Y ya ni hablar de los funcionarios electorales, al menos los de primer y segundo nivel, que ganan salarios nunca soñados por la mayoría de los profesionistas de cualquier carrera, aun a nivel gerencial; salarios que, además de inmerecidos, son un insulto en el contexto de un país con tantos millones de pobres.
Por eso, defender al INE no es un asunto al que todos los mexicanos estamos dispuestos ni convencidos, por encima de otros temas nacionales y locales que no esperan. Si una institución no es garante del respeto al voto ni supervisa la limpieza de los procesos electorales como debe ser, tal institución le está fallando a los mexicanos.
En tal escenario, es necesaria una reforma que introduzca una nueva operatividad dentro de las instancias electorales; el problema es que, como los partidos opositores ven una amenaza en esta posible reforma, se oponen a ella y prefieren que el INE siga como está.
Por otra parte, para fortalecer la democracia es necesaria la fuerza los partidos, no su debilidad, por lo que México requiere de partidos de oposición bien cimentados y fuertes, no en sociedad con instancias electorales, como ha ocurrido hasta hoy.
Los consejeros electorales no pueden seguir representando los intereses de los partidos, ni su presidente debe continuar siendo aliado de las dirigencias partidistas en turno. La relación debe mantenerse entre la sana distancia y sana cercanía.
En este tema tan delicado, la Suprema Corte de Justicia de la Nación tiene la responsabilidad de aplicar justicia conforme lo establezca la ley, al revisar el recurso interpuesto en contra de la entrada en vigor del Plan B electoral de AMLO, una vez que fue aprobado por el Congreso mexicano,
“Mi voto no se toca” es una exigencia ciudadana y difícilmente se puede estar en desacuerdo con esta postura, pero se sobra sabemos que el primero en no cumplir esta demanda ha sido el INE y demás instancias electorales; de este modo, hasta resulta paradójico que quienes hoy demandan no tocar al INE, exijan a la par que no se toque su voto.
Estamos ante la realidad de un país polarizado desde la llegada de un gobierno distinto al PRI y al PAN; empero, lo que debe prevalecer es el interés nacional y ese va ligado con lo que garantice beneficios para la mayoría, no para la minoría. Al tiempo.
COLMILLOS Y GARRAS
TAL VEZ FUE casualidad, pero el templete del Movimiento AntiAMLO en Durango ayer fue ubicado justo a un lado del símbolo de ultraderecha del Yunque, colocado en Plaza Fundadores en el sexenio de Jorge Herrera Caldera. La raza lo bautizó como “el rallador de queso”… Y AYER FUERON, en su mayoría, panistas y priistas quienes se dieron cita en la manifestación en defensa del INE y la democracia en Durango; también fue evidente la asistencia de miembros de la organización FRENAA, así como de comerciantes y empresarios, junto con exfuncionarios del sexenio de José Aispuro que quisieron pasar inadvertidos y de muy bajo perfil… DE MALITOS PARA abajo resultaron los oradores del evento, muy repetitivos y poco convincentes; utilizaron argumentos incompletos en sus intervenciones y, en general, desentonaron con la postura tan elocuente que mostraron muchos de los asistentes en contra del gobierno de la 4T. Podría decirse que desperdiciaron una gran oportunidad para dar calidez al evento, si se toma en cuenta que aquí las convocatorias a marchar o plantarse casi no tienen resonancia.
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