Al tiempo.

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Incipiente a lo mejor, pero así inició la idea del debate político.

Corría el año 1989 y estaba encima la elección para renovar el Ayuntamiento de Durango capital. Los aspirantes eran Jorge Clemente Mojica Vargas, del PRI; Salvador Salum Del Palacio, del PAN; Gustavo Gómez Mendoza, del PRD y Hortensia Nevárez, del PT. Ni por atisbo, alguien pensaba en la posibilidad de un debate entre candidatos, pues no había antecedente alguno de este ejercicio democrático.

Empero, alguien tenía que poner en marcha esta idea y ese fue el diario regional CIMA, fundado y dirigido por Daniel Ramos Nava, un proyecto de largo alcance para Durango, La Laguna y Zacatecas, pero del cual la falta de presupuesto impidió su circulación más allá de los dos años, aún así muy exitosos.

Ya desde aquel tiempo el priísmo ejercía hegemonía en el estado y la novedad era que el eterno dirigente cetemista Antonio Ramírez Martínez no pudo imponer a su “gallo”, Fernando de Jesús García Betancourt y, luego de un proceso interno algo ríspido, el PRI nombró candidato a la alcaldía a Mojica Vargas, quien no tenía grandes andanzas en la política local, pero había atendido sin aparente queja la entonces Junta Estatal de Agua Potable.

Como director de CIMA, Ramos Nava nos llamó a Jorge “Lupo” Salazar (qepd) y a este servidor una mañana, casi a finales del mes mayo de ese 1989. Andaba inquieto y nos planteó hacer algo diferente, una acción de impacto para avanzar en presencia ante los lectores y agrandar el paso hacia una mayor circulación e influencia mediática.

Fue entonces cuando surgió la idea de hacer un debate entre candidatos a la alcaldía. “Lupo” Salazar agrandó los ojos debajo de los enormes lentes que siempre usaba casi a media nariz, al escuchar la propuesta. Don Daniel escuchó con interés, pero no se mostró muy decidido a dar el paso al principio, aunque luego cambio de parecer y nos pusimos a trabajar juntos en el formato.

Nada fácil resultó convencer a los aspirantes a enfrentarse para debatir ideas, excepto por Mojica, que rápido aceptó la invitación; no así el panista y menos la petista, mientras que Gustavo Gómez condicionó su participación al hecho de que las reglas fueran iguales para los cuatro.

Así que, por largos días, hubo que ponerle, quitarle y ajustar cada detalle de la estructura básica del debate. Hortensia Nevárez, del PT, de plano desconfió del ejercicio y no acudió al encuentro, que finalmente llamamos Desayuno-Debate. Decidimos realizarlo, en acuerdo con los candidatos, en la sede del periódico, en Felipe Pescador y Prolongación Hidalgo.

Tras uno y otro desacuerdo en la forma de responder a las preguntas sobre soluciones a los principales problemas de la capital del estado, quedamos en escribir una lista de preguntas, dárselas a cada uno para estudiarlas y el día de la cita, a los ojos de todos ellos, las depositamos en una pecera, porque no llegó a urna de cristal, y sorteamos también los turnos de intervención.

Nos despedimos de los tres candidatos participantes, aliviados ellos y nosotros porque las cosas habían salido conforme a lo programado y nos quedamos a planear la presentación de la primera plana para el día siguiente, muy temprano, por supuesto.

Emocionado porque logramos el objetivo de ponerlos frente a frente, Ramos Nava nos llevó a “Lupo” y a mí a su oficina y nos la soltó: Tengo una idea chingona. Presentamos el desayuno como asunto principal, la fotografía de los candidatos y un cuadro en blanco con un pie de foto que diga “A Hortensia Nevárez su partido no le permitió debatir”. Y efectivamente era una “idea muy chingona”.

El periódico se agotó con la publicación y, “haiga sido como haiga sido”, fue el primer antecedente de debate en el periodismo local y ganamos ese año el Premio Estatal de Periodismo “Francisco Zarco Mateos”. Debe estar en alguna hemeroteca esa publicación que tantos afanes nos hizo pasar.

TWITTER @rubencardenas10

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